LA INVERSIÓN EXTRANJERA EN ESPAÑA Y LA INVERSIÓN ESPAÑOLA EN EL EXTERIOR
Reseña de la obra
Uno de los rasgos más característicos de la economía mundial desde la década de los años 80 ha sido la progresiva globalización de las actividades industriales y productivas, mayoritariamente a través de operaciones de Inversión Extranjera Directa (IED). En las últimas décadas, España ha experimentado un notable desarrollo social y económico, quizá uno de los más espectaculares del mundo, pero no sería hoy lo que es sin el aporte y la importante contribución de la inversión extranjera. A lo largo de los años la inversión extranjera ha sido importante cuantitativa y cualitativamente y se ha manifestado en todos los ámbitos económicos y sociales como ser en la internacionalización, la transferencia de conocimiento, I+D+i, el incremento de exportaciones, a mejora de la competitividad, la formación, desarrollo y políticas de gestión de recursos humanos, etc. Por definición, la inversión extranjera tiene vocación de permanencia y así ha sido en el caso de España, donde son muchas las empresas con una significativa presencia en distintos sectores del ámbito económico. El concepto de IED involucra la transferencia de capital por entidades económicas de un país –individuos, empresas y gobiernos– a otro país con el objetivo de establecer ahí empresas o filiales, así como adquirir u obtener una participación relevante en empresas extranjeras. A través de la IED se crean vínculos económicos de largo plazo que fomentan el desarrollo de los países, destacando, por ejemplo, las economías emergentes para las cuales la IED es fuente clave para la financiación. La relevancia del crecimiento de la IED es máxima, sobre todo por su efecto potenciador del crecimiento en los países receptores y, muy especialmente, en los de menor desarrollo relativo y menor capacidad de ahorro interno. Es una realidad constatable que, durante este período relativamente corto, numerosos países y economías en desarrollo han experimentado crecimientos significativos, que se han traducido, además, en un aumento del nivel medio de educación y del bienestar general. La contribución de la IED al crecimiento económico en el largo plazo resulta especialmente intensa cuando tiene lugar en el marco de una política de desarrollo integral y estratégica. Asimismo, para que la IED genere un impacto positivo es fundamental que asegure el cumplimiento del denominado ‘triple pilar’ de la sostenibilidad (medioambiental, social y económica).
Autores
Edmar Macae Rodríguez. ARA Y ASOCIADOS.
Alfonso Ortega Giménez. Profesor titular de Derecho internacional privado de la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante). Consejero Académico del despacho de abogados ARA y Asociados.
Germán Parra Batres. Abogado. ARA Y ASOCIADOS.
Verónica Salvador Torosio. Abogada. ARA Y ASOCIADOS.
Sun Baoguo. Secretario del Centro de Mediación de Hebel del Consejo de China para la promoción del Comercio Internacional (CCPIT).